Después de los seis años de edad, los niños desarrollan la capacidad de ponerse en el lugar de las otras personas, trascendental adelanto que los diferencia de los niños en etapas anteriores y marca sus vínculos sociales por el resto de sus vidas. Si el niño por razones familiares, culturales o catastróficas bloquea la génesis de este cambio tan fundamental en las relaciones interpersonales, tendrá muchos problemas para establecer vínculos exitosos n el futuro.
El niño a partir de los seis años comienza a ser menos egocéntrico. Ellos empiezan a entender que las personas pueden tener puntos de vista diferentes a los propios. Son capaces de ponerse en el lugar de los demás. les es fácil adaptarse a las normas impuestas por sus padres y los adultos en general. Comienzan a entender que los adultos son los que hacen las reglas y estas tienen una razón de ser. Entienden que aunque pueden no estar de acuerdo con estas reglas, al violarlas pueden ser castigados o sancionados. empiezan a respetar las opiniones de las otras personas y a valorar las propias.
La edad escolar es la edad es la edad de la reconciliación entre padres e hijos. La padres tienen en casa un niño con el encanto y la dulzura de los años anteriores, pero con la capacidad de razonar y entender los planteamientos de los adultos, adecuándose con relativa facilidad a las normas y reglas impuestas. Además, tienen un niño que maravilla a todos por sus ocurrencias, producto de la mezcla del razonamiento semiduro con la falta de conocimiento básico propios de la corta edad.
Nuestro gran colaborador se adapta y responde muy bien a las propuestas y a las indicaciones de los padres. Un niño, acostumbrado a dormir en la cama de los padres, entenderá rápidamente las razones de no hacerlo, e igualmente cumplirá mejor las indicaciones que a ese respecto se le hagan. El niño aprende fácilmente que cada quien debe dormir en su propia habitación, y que los padres deben dormir sin los niños metidos en su cama.
La memoria a corto plazo se desarrolla con relativa rapidez, y es la dominante a esta edad. Al mostrarle a un niño de seis años una hilera de síes objetos, recordará solamente dos de estos objetos, el mismo niño a los diez años recordará seis de los seis objetos que le hemos señalado. No solo es la capacidad de recordar objetos, sino la creciente capacidad de recordar eventos, normas, situaciones y creencias lo que ha de moldear el perfil psicológico del niño.
La capacidad del niño de entender que los otros individuos tienen sus propias ideas, intereses y opiniones diferentes a las de él, unido a la creciente capacidad de memorizar son los elementos claves a tener presentes al establecer límites, marcar normas y fijar parámetros para el buen andar del niño en la familia, la escuela y la sociedad.
El niño también aprende a comportarse identificándose con el modelo de alguna persona a la que admira e idolatra, imitando de ella, los patrones de conducta que observa. Por lo general, este proceso es inconsciente y sin ningún ejercicio de presión por parte de la persona a la que el niño ha tomado como modelo. En la medida que los niños crecen y se acercan a la adolescencia la identificación adquiere mayor importancia.
El niño copia patrones de comportamiento de personajes famosos como pueden ser los cantantes de música, los deportistas de éxito, luchadores sociales famosos y míticos, artistas excéntricos y de renombre, figuras del entorno político actual, o bien, simplemente de algún compañero de la escuela, por lo general de mayor edad, que por sus características personales atraigan la atención del niño.
La identificación no solo actúa como un reforzador negativo, puede ser también un potente reforzador positivo, y es un reforzador positivo muy importante. Si el niño logra identificarse con una maestra de la escuela y los valores y creencias de esta persona enriquecen al niño y a la familia, todo esto actuará como un factor positivo. Si el niño se identifica intensamente con un deportista, que además de ser exitoso tiene una vida familiar y social ejemplar, será igualmente una identificación en positivo.
Los padres deben estar alertas con sus hijos y calificar rápida y acertadamente las faltas cometidas. Si los padres aprenden a calificar las faltas adecuadamente, les será fácil aplicar las medidas disciplinarias de manera ajustada al evento que se quiere corregir. No se debe castigar de forma desmedida una falta pequeña y ser intolerantes con una falta grave. No podemos corregir de igual manera al niño que permanece en su cuarto despierto viendo la televisión sin irse a dormir, que a aquel que le roba el revólver al papa y lo esconde bajo la cama para mostrárselo a los amiguitos de la escuela al día siguiente.
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La necesidad e intensidad de la disciplina varía con la hora del día. En general ameritan una mayor dosis de disciplina cuando se encuentran muy cansados, luego del mediodía y al final de la tarde, esto se repite para todas las edades. Al final de la tarde y al comienzo de la noche puede ser necesario aplicar hasta un 30% más de disciplina que en el resto del día, de allí la gran importancia de establecer rituales claros, monótonos, rutinarios y frecuentes para inducir el sueño en los niños. Mientras estos sean más pequeños, los padres deben ser más persistentes, constantes y disciplinados en la ejecución diaria de estos rituales.
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En general, los niños necesitan mayor cantidad de disciplina para la realización de aquellas actividades rutinarias de su vida como son: el comer, el dormir, el hacer pipí y pupú, el vestirse, el ir al colegio, y el hacer las tareas escolares, que en aquellas actividades no rutinarias como son: ir al parque, ir a jugar, leer un libro, ver una película. La necesidad de disciplina también varía según el día de la semana, el día lunes y los fines de semana son los días que ameritan por parte de los padres mayor intensidad en las medidas disciplinarias. Los niños, pareciesen en ocasiones perder todo el control ganado al llegar el día lunes o el fin de semana.
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Todos y cada uno de los problemas emocionales que pueden acompañar al niño durante la edad escolar, se acompañan de algún cambio en el hábito normal del sueño. Nada hacemos, si el niño presenta algún trastorno emocional que se acompañe de problemas del sueño tratando este ultimo aisladamente, sin identificar y resolver la situación psicológica o mental que está afectando al niño.
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El niño a partir de los seis años comienza a ser menos egocéntrico. Ellos empiezan a entender que las personas pueden tener puntos de vista diferentes a los propios. Son capaces de ponerse en el lugar de los demás. les es fácil adaptarse a las normas impuestas por sus padres y los adultos en general. Comienzan a entender que los adultos son los que hacen las reglas y estas tienen una razón de ser. Entienden que aunque pueden no estar de acuerdo con estas reglas, al violarlas pueden ser castigados o sancionados. empiezan a respetar las opiniones de las otras personas y a valorar las propias.
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La edad escolar es la edad es la edad de la reconciliación entre padres e hijos. La padres tienen en casa un niño con el encanto y la dulzura de los años anteriores, pero con la capacidad de razonar y entender los planteamientos de los adultos, adecuándose con relativa facilidad a las normas y reglas impuestas. Además, tienen un niño que maravilla a todos por sus ocurrencias, producto de la mezcla del razonamiento semiduro con la falta de conocimiento básico propios de la corta edad.
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Nuestro gran colaborador se adapta y responde muy bien a las propuestas y a las indicaciones de los padres. Un niño, acostumbrado a dormir en la cama de los padres, entenderá rápidamente las razones de no hacerlo, e igualmente cumplirá mejor las indicaciones que a ese respecto se le hagan. El niño aprende fácilmente que cada quien debe dormir en su propia habitación, y que los padres deben dormir sin los niños metidos en su cama.
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La memoria a corto plazo se desarrolla con relativa rapidez, y es la dominante a esta edad. Al mostrarle a un niño de seis años una hilera de síes objetos, recordará solamente dos de estos objetos, el mismo niño a los diez años recordará seis de los seis objetos que le hemos señalado. No solo es la capacidad de recordar objetos, sino la creciente capacidad de recordar eventos, normas, situaciones y creencias lo que ha de moldear el perfil psicológico del niño.
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La capacidad del niño de entender que los otros individuos tienen sus propias ideas, intereses y opiniones diferentes a las de él, unido a la creciente capacidad de memorizar son los elementos claves a tener presentes al establecer límites, marcar normas y fijar parámetros para el buen andar del niño en la familia, la escuela y la sociedad.
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El niño también aprende a comportarse identificándose con el modelo de alguna persona a la que admira e idolatra, imitando de ella, los patrones de conducta que observa. Por lo general, este proceso es inconsciente y sin ningún ejercicio de presión por parte de la persona a la que el niño ha tomado como modelo. En la medida que los niños crecen y se acercan a la adolescencia la identificación adquiere mayor importancia.
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El niño copia patrones de comportamiento de personajes famosos como pueden ser los cantantes de música, los deportistas de éxito, luchadores sociales famosos y míticos, artistas excéntricos y de renombre, figuras del entorno político actual, o bien, simplemente de algún compañero de la escuela, por lo general de mayor edad, que por sus características personales atraigan la atención del niño.
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La identificación no solo actúa como un reforzador negativo, puede ser también un potente reforzador positivo, y es un reforzador positivo muy importante. Si el niño logra identificarse con una maestra de la escuela y los valores y creencias de esta persona enriquecen al niño y a la familia, todo esto actuará como un factor positivo. Si el niño se identifica intensamente con un deportista, que además de ser exitoso tiene una vida familiar y social ejemplar, será igualmente una identificación en positivo.
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Los padres deben estar alertas con sus hijos y calificar rápida y acertadamente las faltas cometidas. Si los padres aprenden a calificar las faltas adecuadamente, les será fácil aplicar las medidas disciplinarias de manera ajustada al evento que se quiere corregir. No se debe castigar de forma desmedida una falta pequeña y ser intolerantes con una falta grave. No podemos corregir de igual manera al niño que permanece en su cuarto despierto viendo la televisión sin irse a dormir, que a aquel que le roba el revólver al papa y lo esconde bajo la cama para mostrárselo a los amiguitos de la escuela al día siguiente.
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La necesidad e intensidad de la disciplina varía con la hora del día. En general ameritan una mayor dosis de disciplina cuando se encuentran muy cansados, luego del mediodía y al final de la tarde, esto se repite para todas las edades. Al final de la tarde y al comienzo de la noche puede ser necesario aplicar hasta un 30% más de disciplina que en el resto del día, de allí la gran importancia de establecer rituales claros, monótonos, rutinarios y frecuentes para inducir el sueño en los niños. Mientras estos sean más pequeños, los padres deben ser más persistentes, constantes y disciplinados en la ejecución diaria de estos rituales.
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En general, los niños necesitan mayor cantidad de disciplina para la realización de aquellas actividades rutinarias de su vida como son: el comer, el dormir, el hacer pipí y pupú, el vestirse, el ir al colegio, y el hacer las tareas escolares, que en aquellas actividades no rutinarias como son: ir al parque, ir a jugar, leer un libro, ver una película. La necesidad de disciplina también varía según el día de la semana, el día lunes y los fines de semana son los días que ameritan por parte de los padres mayor intensidad en las medidas disciplinarias. Los niños, pareciesen en ocasiones perder todo el control ganado al llegar el día lunes o el fin de semana.
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Las reglas deben ser presentadas en pocas palabras, de manera clara y sencilla. El mensaje debe ser entendido en su totalidad por el niño, pues de otra manera se diluye su valor y pierde la fuerza que toda regla debe mantener para ser cumplida. Para que las reglas sean eficaces y sustentables en el tiempo deben poder ser recordadas por el niño. la memoria del niño es duradera solo por cortos períodos de tiempo, para garantizar que vaya internalizando los correctivos debemos estar seguros que nos presten toda su atención al realizar estos correctivos, así ellos puedan grabarse la información que se ofrece.
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Se necesitan más reglas para los niños pequeños que para los niños grandes, a mayor edad hay un mayor entendimiento por parte del niño. Ellos pueden inclusive copiar modelos del entorno y asumir las reglas sin participación por parte de los padres o maestros, al captar de inmediato por cuenta propia, cuales son los patrones de comportamiento aceptados en el grupo con el que comparten, bien sea al realizar algún deporte, en la escuela o en la calle. Con frecuencia, hay niños que no duermen en casa la siesta o no comen bien en el hogar, pero al empezar a asistir a la escuela se acoplan inmediatamente al modelo que se lleva en la escuela y empiezan a dormir la siesta o a comerse toda la comida sin causar mayores problemas.
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Una variedad de actos disciplinarios pueden realizarse sin llegar al castigo físico; la restricción para realizar alguna de las cosas que al niño le sean agradables siempre es una muy buena herramienta a tener presente, el sacarlos por un tiempo de la actividad que realice, la reprimenda verbal, sin llegar a los calificativos humillantes también son muy útiles. Todo acto disciplinario se vuelve más efectivo en cuanto el niño va creciendo, madura y entiende las razones de las normas y las reglas que deben cumplir.
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El valor de las recompensas es netamente positivo, motiva al niño a realizar las conductas apropiadas o deseables. El valor del castigo es netamente negativo, desanima al niño a la realización de las conductas inapropiadas o no deseables
Una recompensa verbal puede tener incluso más valor que un regalo. De igual manera, la recompensa en forma de algún tipo de trato especial es de gran efecto.
Ninguna de las técnicas de disciplina que los padres decidan realizar con sus hijos será efectiva, si no se es constante en la realización de estas. De nada vale, que los padres le llamen la atención con fuerza y vigor hoy a su pequeño hijo, por que durante la noche tira el colchón de la cama al suelo para dormir sobre este, y al día siguiente, cuando el muchacho vuelve a echar el colchón al piso no le prestan mayor atención.
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Los niños cuyos padres administran justa, sabia y adecuadamente un régimen disciplinario, consientes de la importancia de ello para su vida futura, castigan para corregir comportamientos negativos, nunca castigando físicamente, ni como amenaza para que el niño deje de hacer tal o cual cosa, saben recompensar para premiar las buenas realizaciones y utilizan el premio como estímulo para que el niño aprenda a comportarse bien. Estos padres, van a lograr que sus hijos sientan que es mayor el placer que se tiene al ser recompensados, que todo el placer efímero que se puede sentir al comportarse mal.
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Algunas travesuras son comunes en la edad escolar, de ellas, las mentiras, las trampas, los robos, la destructividad, y el fugarse de la escuela forman parte de las travesuras más frecuentes. todas ellas pueden generar en el niño cierto nivel de angustia y afectar al niño que venía durmiendo bien empezando a presentar despertares nocturnos, pesadillas saturadas de imágenes del acto o la fechoría cometida toda deformada. Puede también tener problemas para irse a dormir a la hora adecuada.
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De las travesuras de la infancia, tal vez, la de mayor frecuencia son las mentiras. Todos los niños mienten, todos en algún momento de su vida dicen mentiras. La mentira aparece en la edad preescolar, pero es entre los seis y los ocho años que se hacen frecuentes. hacia el final de la edad escolar se hacen menos frecuentes. En general, las niñas mienten menos que los varones, y sus mentiras son menos fantasiosas que las de los varones. ambos aprenden a mentir mediante sus propias experiencias o las de sus amigos. Mienten en la escuela y mienten en el hogar, les dicen mentiras a los maestros, a sus padres y a sus amigos. En líneas generales, los varones hacen más travesuras que las hembras, el número e intensidad de estas aumentan con la edad, alcanzando su pico máximo al final de la edad escolar antes de iniciarse en la adolescencia.
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Es muy importante tener presente que los problemas de salud mental en la niñez han aumentado en la ultima década, estos problemas se expresan en problemas emocionales y de comportamiento, algunos estudios reportan entre un 10% y un 18% de este tipo de problemas en la edad escolar, en ocasiones, un cambio en el buen dormir del niño puede ser la señal de alerta de que algo pudiese estar pasando.
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Todos y cada uno de los problemas emocionales que pueden acompañar al niño durante la edad escolar, se acompañan de algún cambio en el hábito normal del sueño. Nada hacemos, si el niño presenta algún trastorno emocional que se acompañe de problemas del sueño tratando este ultimo aisladamente, sin identificar y resolver la situación psicológica o mental que está afectando al niño.
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